Etiopía es como un mosaico de regiones distintas confederadas durante más de veinte siglos. Ellos inician su historia con la unión de los soberanos, Salomón (el del Templo de Jerusalén) y la Reina de Saba.

Tigray está en la franja norte de Etiopía, frontera con Eritrea con la que lleva dos guerras, desde que ésta se independizó de Etiopía. Estos dos países están entre los cinco más pobres del mundo y la tierra es muy árida, semidesértica, aunque bastante poblada. Sólo llueve cuatro meses al año, cuando llegan los últimos ramalazos del Monzón, que les visita periódicamente desde el Oriente.

La relación de IC-LI con Wukro, que es como se llama la población del Tigray con la que hemos contactado, proviene de la visita al Colegio del Padre Blanco, Angel Olaran, natural de Hernani, que lleva cinco años allí.

Anteriormente pasó 30 años en Tanzania con igual propósito: educación (estudios de FP, enseñanza secundaria y capacitación agrícola) y mejora de la salud con hospitales, traída de aguas e higiene sanitaria.

Hemos iniciado en Wukro nuestra actividad con la construcción de una primera nave con 4 aulas en prolongación, inaugurada en junio de 2003 y con destino para 4 clases de 40 alumnos cada una y con dos turnos por día, esto es: 320 alumnos de educación secundaria. Los profesores son funcionarios de estado.

IC-LI ha financiado la compra de materiales de construcción mientras que la contraparte ha colaborado con la mano de obra local. El número de niñas supera al de los chicos lo que elevará el nivel cultural sensiblemente en una sociedad tribal machista.

Aunque ya se ha inaugurado la primera nave de 4 aulas, quedan sin escolarizar otros 3.000 chavales del área de Wukro inscritos, que están en lista de espera por falta de clases y de nuestra colaboración.

El reto está servido para colaborar en la construcción de otra segunda nave de 4 aulas. Nosotros aportaremos la compra de los materiales. La mano de obra la aportará la ONG local.

El presupuesto de la nave con 4 aulas es de 35.000,00 euros. IC-LI aportó 15.000,00 euros para los materiales, obtenidos de las cuotas de los socios más 1 euro por cada comensal de la sociedad Ernio y algunos donativos.

El resto, mano de obra, fue aportado por alumnos de la FP y parte de los sueldos de los funcionarios locales. El terreno es público, la propiedad de la tierra es de la Comunidad: solo existe la concesión por usufructo.